
El pasado 8 de septiembre el BCE volvió a subir los tipos de interés un 0,75%, después de una primera subida del 0,5% en el mes de julio de este año. No parece que las sorpresas se vayan a quedar en un aumento en los precios de nuestras cestas de la compra, sino que precisamente para tratar de neutralizar y bloquear la ya conocida inflación, el BCE se ha visto en la necesidad de subir de nuevo los tipos de interés un 0,75% el pasado 8 de septiembre.
Esta subida, como indico, está justificada como medida de acción del BCE contra la subida de los precios que venimos experimentando desde hace meses (siendo el origen distinto según a quién se le pregunte), pero sin duda la invasión a Ucrania, la crisis energética (que no ha hecho más que empeorar tras el conflicto) y los incesantes problemas en las cadenas de suministro son causas que han empeorado de manera grave la situación económica general.
De esta manera, de lo que se trata es de lograr una tasa neutral en los tipos de interés, que no hunda, pero que tampoco impulse la economía. Es decir, un equilibrio un tanto complicado en el que, a corto plazo, la economía se ralentiza, frenando la demanda y el consumo, e incluso se suspende el crecimiento a la espera de la recuperación a medio plazo.
Esta es parte de la explicación teórica, a muy grandes rasgos, de la necesidad de aumento de los tipos de interés de la que tanto se está hablando últimamente. Pero al margen de que pueda lograr lo que se pretende, el efecto inmediato que provoca es una alteración en la revisión e incluso en la formalización de nuevas hipotecas.
A pesar de esto, no todas las hipotecas sufrirán igual: las que están bajo el foco de estas nuevas medidas sin duda son las hipotecas ya constituidas a tipo variable que vayan a ser revisadas, ya que la subida del tipo de interés está directamente relacionada con el resultado del Euribor que será el factor que alterará las cuotas de las hipotecas.
Por otra parte, en cuanto a las nuevas hipotecas que vayan a ser formalizadas, lo ideal para el consumidor sería que éstas pudieran ser constituidas a tipo fijo de modo que los vaivenes de la economía y las decisiones del BCE no le afectase a fin de mes en la cuota hipotecaria. Pero lo que nos encontramos es que las entidades financieras, a la luz de los recientes acontecimientos, apuestan por las hipotecas a tipo variable o encarecen notablemente las hipotecas a tipo fijo.
Pero no pensemos que esto solo ocurre para las familias o el particular que está pensando en comprar una vivienda, sino que el encarecimiento de los gastos financieros de las empresas hará que su inversión sea notablemente menor, lo cual supone una paralización de la inversión en nuestra economía. Y esto no solo debe ser considerado pensando en las empresas ya existentes que están desarrollando su actividad en España, sino que este panorama no parece a primera vista, especialmente atractivo para, por ejemplo, un inversor extranjero que estuviera pensando en aterrizar en España y comprar activos inmobiliarios.
Parece, por lo que veo estas últimas semanas, que impera una prudencia absoluta en el mercado y que está a la espera, agazapado, esperando a ver quién hace el primer movimiento y a ver cómo le sale. Esperemos que ese movimiento sea no muy lejano y que las medidas (y los esfuerzos que van de la mano con esas medidas) den sus frutos pronto.
Natalia Tova es abogada y miembro del equipo especializado en Real Estate de EY Abogados. Es experta en derecho inmobiliario, en especial, en operaciones de compraventa, arrendamientos urbanos y en el ámbito de los contratos de construcción.
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