
La naturaleza siempre ha sido un referente para la construcción de refugios y viviendas a lo largo de los siglos. Con los movimientos modernos, esta arquitectura vernácula se fue transformando en un nuevo diálogo entre arquitectura y naturaleza. Así lo concibieron los artífices de la arquitectura orgánica.
Sin embargo, muchos arquitectos han ido más allá y se han inspirado directamente en la naturaleza para idear sus creaciones, concretamente en árboles e incluso flores. En este caso ha sido una arquitecta portuguesa, Sandra Micaela Casinha, la que ha realizado un proyecto en forma de flor en Oporto (Portugal).

Una flor arquitectónica
El proyecto conocido como Casa Pátios de Pétalas, se inspira directamente en la naturaleza circundante y establece una metáfora entre los pétalos de una flor y el espacio arquitectónico. Se trata de una vivienda unifamiliar de dos plantas, levantada en el distrito de Gondomar, al este de la ciudad lusa.

La casa está concebida como una gran flor. La planta baja está diseñada con un cerramiento acristalado en forma de U el cual forma una base ligera desde donde emanan los pétalos de flores. Estos “pétalos” envuelven la fachada de la planta superior mediante una gran sensación de movimiento orgánico creado por los diversos volúmenes, los cuales confluyen entre aberturas y patios.

Para enfatizar la presencia de estos muros de pétalos y que resalten sobre el paisaje y sobre el cielo, el equipo de arquitectura ha optado por el uso de una paleta de materiales limitada aluminio y vidrio y madera para la parte inferior, y el blanco para el cuerpo superior.
Si hacia el exterior, la vivienda ofrece una estética semejante a una gran flor, el interior continúa con ese mismo principio y plantea los espacios con paredes curvas y circundantes entre sí, como si de unos pétalos se tratara, para ofrecer la entrada de sol entre las distintas estancias. Destaca el muro estructural curvo y contracurvo situado en el epicentro de la vivienda, junto con la escalera central, que alega parecerse al capullo de la flor.

Con estos muros curvos se consigue no sólo dividir los diferentes espacios, sino también facilitar las transiciones fluidas entre ellos. Así, el concepto de “espacio abierto” se crea en las zonas deseadas, garantizando momentos de intimidad y refugio, y se explora artísticamente a través del juego con estos muros curvos y cortados.

Una distribución orgánica de los interiores
La creación de los espacios concebida a partir de los pétalos de flores, refleja esa armonía mediante una arquitectura suave y natural. Para ello, se emplea una paleta muy suave con colores pastel neutros. A estos espacios se agrega el mobiliario, el cual también está elaborado con materiales naturales y con un diseño discreto y elegante. Como néctar que domina el espacio creando zonas ciertamente confortables y acogedoras se encuentran los textiles, tanto las alfombras como las cortinas, que aportan una calidez imprescindible.
Todos estos detalles armoniosos y cálidos se recogen entre las dos plantas en las que se organiza la vivienda. En la planta baja se ubican los espacios comunes, como la sala de estar, el comedor y la cocina, en un concepto de planta abierta, sin que por ello pierdan su razón acogedora, gracias a los grandes ventanales que la circundan.

En la planta superior, la escalera central distribuye tres dormitorios concebidos como suites, que cuentan con su propio baño. Cada habitación también tiene su propia terraza exterior, cada una con un tipo de vano diferente, según se sitúa en un lado del pétalo u otro.



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